El verano de 2019 me encontraron en la calle en muy mal estado y corriendo me llevaron a la clínica veterinaria para que me examinaran de urgencia. A penas tenía un mes de vida, estaba muy resfriado, débil, y uno de mis ojos estaba literalmente pegado, era casi imposible poder abrirlo con facilidad; tenía Herpesvirus.

Como soy totalmente blanco, las chicas y mi veterinaria enseguida supieron que era sordo, pues la sordera va ligada la mayoría de las veces al albinismo, pero yo siempre me he apañado genial. Lo más importante era curarme del Herpesvirus.

Estuve mucho tiempo ingresado en la clínica veterinaria, dónde me trataron la conjuntivitis causada por el virus y logré por fin abrir el ojo. En un principio pensaba que lo iba a perder, tuvieron que hacer malabares para salvarlo, pero la perseverancia de mi veterinaria impidió que lo perdiera.

Pasadas unas semanas me recuperé del virus al 100%, aunque por temporadas suelo necesitar colirio en el ojo que tuve tan malito.

Salí adoptado al poco tiempo, pero 7 meses después tuve que volver por motivos que no tuvieron nada que ver conmigo. Al haber estado desde pequeño con gente y en una casa, se me hace muy duro estar en la residencia felina y espero que muy pronto otra familia vuelva a quererme.

Pertenezco al «Proyecto imPERFECTOS» porque soy sordo. Además, la pequeña y única secuela que me quedó de mi enfermedad, aunque sea sólo un poco de conjuntivitis, puede hacer que la gente no se fije en mí, aunque espero que eso no pase y sepan ver más allá de un simple lagrimeo.